Trampas, contenedores blindados, collares con GPS y balas de caucho, las nuevas medidas contra los osos más conflictivos o ‘habituados’
Asturias

Trampas, contenedores blindados, collares con GPS y balas de caucho, las nuevas medidas contra los osos más conflictivos o ‘habituados’

En Asturias se acaban de tomar medidas para evitar que los osos se acerquen a los pueblos y se habitúen al ser humano, como ya había pasado con algún ejemplar.


El crecimiento y la mejora del estado de conservación de las poblaciones de oso pardo en la Cordillera Cantábrica y su consecuente acercamiento a entornos urbanos, hacen necesaria la intervención de las autoridades para evitar que alguno de ellos entre en localidades próximas en busca de comida.

Crece la población

A finales del siglo pasado, la especie estaba prácticamente condenada a la desaparición. De hecho, en los peores momentos de su evolución llegaron a contabilizarse en España menos de 80 ejemplares. Hoy, en la Cordillera Cantábrica, se tiene un censo de 370 individuos, de los cuales 160 son hembras.

Un trabajo del equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), determina que la expansión actual se podría deber a los esfuerzos de protección de la especie a través de los planes de recuperación que los gobiernos de Cantabria, Castilla y León, Asturias y Galicia desarrollaron en la década de los 90 del pasado siglo.

Parece que el incremento en el número de individuos se traduce en el aumento del área de distribución, que, según los resultados del estudio, se da hacia aquellas zonas disponibles que tienen un hábitat menos humanizado y están próximas a los núcleos de la población.

Los osos “habituados”

Se suele usar el término de “habituados” para referirse aquellos ejemplares que han perdido su miedo natural hacia los humanos y se han acostumbrado a su presencia y actividades. Este comportamiento puede ser el resultado de la interacción frecuente y continua de los osos con los seres humanos o de la exposición constante a áreas donde se encuentran personas.

Los osos habituados a los humanos pueden volverse más audaces y menos propensos a huir cuando se les acerca. Pueden perder su comportamiento natural de evitar el contacto con las personas y, en cambio, buscar activamente la interacción con ellas. Esto puede generar problemas tanto para los osos como para los humanos, ya que pueden volverse más propensos a buscar alimentos en áreas pobladas, lo que aumenta el riesgo de encuentros peligrosos o conflictos.

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Presencia del oso

La presencia de algunos osos en las proximidades de la gente y de los pueblos no es excepcional y ocurre esporádicamente en casi todas las poblaciones europeas. En la Cordillera Cantábrica, se están produciendo cambios positivos que favorecen la proximidad de osos y personas. Por una parte, como hemos visto, las poblaciones osunas se están recuperando, y por otra, las actividades de naturaleza son cada vez más populares. Muchos rincones que hasta hace poco apenas eran pisados por el hombre soportan en la actualidad el trasiego de naturalistas y deportistas.

También se escucha a menudo que los osos cantábricos están perdiendo el respeto al hombre. Lo cierto es muchos osos se acercan a los humanos tratando de evitar a otros osos. Los especialistas suelen afirmar que los osos jóvenes temen al hombre, pero aún temen más a los osos adultos. Por tal motivo, cuando la densidad de osos aumenta, algunos jóvenes e incluso ciertas hembras con cachorros que huyen de los machos infanticidas tienden a usar escudos humanos, acercándose a zonas habitadas que los machos adultos –mucho más esquivos- tratan de sortear

Protocolo y radiomarcaje

El protocolo se activa en cuanto se aprecia que un oso es reincidente, comenta Miguel Díez, jefe del Servicio de Vida Silvestre del Principado de Asturias. La reincidencia se manifiesta en cuanto uno de ellos entra en áreas urbanas a buscar comida, como en contenedores, gallineros, incluso en zonas de restauración. El ejemplar que lo hace una vez suele volver.

Miguel Díez participa en el radiomarcaje de estos osos que llama “reincidentes” junto a entidades como la Fundación Oso Pardo, la Fundación Oso de Asturias, y científicos de la Universidad de Oviedo y CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

Lo primero que se hace es llevar a donde interactúan los osos, una trampa tipo Culvert que consiste en una especie de remolque cilíndrico con una puerta que se puede cerrar a distancia. En la trampa se introducen alimentos a los que el oso esté habituado. Una vez que el oso se mete en el cilindro, científicos y veterinarios se desplazan hasta ahí para dormirlo, se le toman muestras de sangre y pelo para ver su estado de salud, y le colocan un collar con GPS que ayuda a entender sus movimientos —lo que ofrece una valiosa fuente de conocimiento— y, sobre todo, adelantarse a sus incursiones una vez liberado. El collar está programado para soltarse, como mucho, al cabo de un año.

En cuanto se aprecie por el GPS que el ejemplar se acerca a una fuente de comida en un pueblo, se avisa los guardas. En el momento en que empieza a comer, estos le disparan balas de caucho —que no son letales— para que el animal asocie ambas sensaciones y no vuelva a hacerlo. Se han probado otros métodos, como ruidos fuertes, pero lo que más los disuade son esas balas. Por ahora, han marcado a cuatro hembras, que tienen mayor dificultad para conseguir comida en época de cría: una que hacía daño al ganado, otra que comía de un contenedor, y otras dos que se habituaron al pienso.

Contenedores “antioso”

Otra de las acciones del programa consiste en dificultarles el acceso a la comida en las áreas urbanas. En palabras de Luis Fernando Alonso, director del Parque Natural de Somiedo: hay ayudas para financiar vallas electrificadas donde hay colmenas, que es uno de sus alimentos preferidos. Además, estamos haciendo pruebas piloto con unos contenedores de basura antioso, una especie de cubierta metálica que se coloca sobre el cubo y permite a las personas abrirla —accionando un mecanismo— y echar su bolsa, pero resulta imposible que un oso pueda hacerlo con sus garras”.

Reclamo turístico

El denominado turismo de avistamiento de animales salvajes ha experimentado un importante crecimiento en los últimos años, impulsando un nuevo modelo de negocio en el medio rural. El oso pardo es una de las especies que más interés general despierta y Somiedo (Asturias) es el mejor ejemplo de ello. Dispone de diez miradores de fauna y paisaje, cuenta con 1.400 plazas hosteleras y recibe del orden de 130.000 turistas al año.

El oso pardo se considere como una riqueza para el territorio, en gran parte debido al turismo. La Fundación Oso Pardo calculó hace algunos años que su presencia tiene un impacto de unos 20 millones de euros y 350 empleos directos en los municipios oseros. La Consejería de Turismo de Asturias no dispone de datos, pero señala que ya son 12 las empresas que ofertan avistamiento de osos en la comunidad, un tercio de las cuales pertenecen a Somiedo.

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“A fed bear is a dead bear”

Este cartel que aparece en la mayoría de los parques americanos nos recuerda que no debemos ni acercarnos a los osos ni mucho menos intentar darles de comer.

Es importante tener presente que los osos son animales salvajes y deben ser tratados como tal. La habituación de los osos puede ser peligrosa tanto para las personas como para los propios osos, ya que puede llevar a situaciones en las que los osos dependan de la comida humana o se vuelvan agresivos en busca de alimentos. Es esencial tomar precauciones para evitar la habituación de los osos y mantener una distancia segura de ellos en su entorno natural.

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